En agosto nuestros estudiantes de intercambio USA empiezan a llegar a sus nuevos hogares llenos de incertidumbre pero también de ilusión.

Es inevitable asociar la llegada a Estados Unidos con la imagen del joven abrumado por la novedad del paisaje y lo extraño del idioma. Los tiempos han cambiado, y las series de televisión, las películas, internet,.. ha acortado las distancias. Nuestros estudiantes de intercambio USA están familiarizados con un país en el que nunca han puesto un pié.

Nuestros hijos ya tienen la mentalidad de que “el mundo es un pañuelo” y ninguna esquina está demasiado lejos de la otra o es diferente a lo que conocen. Todo el mundo admira la naturalidad con la que los estudiantes se enfrentan a su año escolar en USA, con lo que supone de cambio cultural, gastronómico, paisajístico, etc.

El aplomo que muestran aceptando la aventura contrasta enormemente con el temor a lo desconocido que acompañó a generaciones anteriores.

Por supuesto que están nerviosos, pero más por la excitación de lo que se encontrarán, por la intriga de a quién conocerán o qué ciudades visitarán que por que tengan alguna duda sobre sus capacidades para dominar la situación y salir victoriosos.

Por esto el efecto que tiene sobre sus personalidades, la maduración que provoca en los jóvenes que estudian un año en Estados Unidos, es absolutamente destacable y uno de los grandes beneficios que van a sacar de la experiencia del intercambio en USA.

La locura de preparar todo

Las semanas que preceden al viaje son frenéticas. Repasar hasta la saciedad la lista de cosas para asegurarse de no olvidar nada, comprar ropa específica para la zona en la que se va a convivir (pensar que algunos estudiantes estarán en un verano casi perpetuo y otros en un invierno frio, dependiendo del estado que les reciba).

Comprar dólares, preparar el pasaporte, el neceser de viaje, ¿hará falta antimosquitos?, ¿calcetines de lana?, ¿Cuántos pares son suficientes?, mete otra bufanda, compra un bañador nuevo que esos los tienes ya viejos…

Los padres de un joven que se va a estudiar en Estados Unidos lo viven también con intensidad. Se van a desprender de su hijo durante un curso escolar… tienen que prepararlo todo perfectamente para que no surja ningún problema.

La maleta que parecía inmensa cuando estaba vacía, se va llenando e inexorablemente roza el límite de quedarse pequeña… ¡y hay que dejar sitio para los regalos de vuelta!.

Un detalle para la familia que acoge al estudiante

Cada mínimo detalle es susceptible de debatirse, hasta alcanzar un consenso. Pero ninguno provoca más conversaciones y dudas que la decisión de llevar un regalo a la familia que va a acoger al estudiante en USA durante un curso escolar.

¿Un detalle para la madre y otro para el padre?, ¿uno para el matrimonio?, ¿algo típico o algo original?, ¿un regalo para cada hijo o hija de la familia?, ¿algo para la casa?, ¿un juego de café con las Meninas de Velázquez o un libro sobre España?…

¡Es imposible saber cómo acertar! Y sin embargo, todos los estudiantes, al llegar a su casa de acogida confirman que cualquier cosa que se regale provoca una oleada de gratitud por haber cargado con ello desde un país tan lejano como España.

Por supuesto, nuestros hijos son embajadores de nuestra familia y de nuestro país. En muchas ocasiones será la primera vez que la familia americana conoce a un español, de cualquier edad.

Por eso es importante quedar bien. Pero no hace falta excederse. La familia americana, por mucho que cueste pensarlo dentro del estereotipo cultural que nos hemos formado, acoge desinteresadamente, por amor a su país y para que sus propios hijos tengan el contacto con gente de otras tierras.

Aún así, lo que las familias americanas principalmente esperan del estudiante es que sea amable y que se integre como un miembro más de la familia y… ¡que sea feliz con ellos!.

¡Bienvenidos estudiantes de intecambio a USA!

Nuestros estudiantes van a percibir de primera mano esta oleada de cariño desinteresado cuando aterricen en su punto de destino y se encuentren con que gran parte de la familia se ha trasladado para recibirles.

Pancartas, canciones, globos… el carácter norteamericano es muy extrovertido y no escatiman en mostrar sus emociones. En muchos casos, la recepción se asemeja más al regreso de alguien conocido que a la bienvenida a un estudiante desconocido que va a pasar un año con la familia.

El joven estudiante ha volado muchas horas y debe llevar mucho tiempo despierto y nervioso … y de repente ¡todos hablan en inglés!. Descubre que no se entiende tan fácilmente, y se lo tienen que repetir todo. Pero a nadie parece importarle, y todo el mundo está encantado de tenerle con ellos.

Con los días y la desaparición de la ansiedad, la inmersión y la propia vida, el oído se acostumbra y cada vez se entiende más. Cuando llegue el momento de volver a España les parecerá mentira que al llegar entendieran tan poco.

No hay que preocuparse

Los jóvenes llegan con cierto nerviosismo e incertidumbre, pero saben que, como todos dicen al acabar, van a vivir una experiencia única e inolvidoble.

Los padres también descubren que lo que al principio parecía una eternidad, ¡todo el curso!. Unos meses con otros, entre videoconferencias, chats instantáneos, y fotos por correo electrónico, van pasando mucho más rápido de lo que pensaban.

Claro que habrá momentos en que se note su ausencia, pero la certeza de que es un bien para ellos, una oportunidad única. La cara de felicidad que tienen cuando practican un deporte, van a fiestas con amigos, o hacen turismo con la familia, compensa todo.

¡Bienvenidos a vuestro intercambio en USA!, ¡os deseamos a todos que viváis un año excepcional!.

Inés

Inés