El instante en el que recibís el “placement”, vuestro destino, lugar donde pasareis diez meses de lo más apasionantes y enriquecedores, es uno de los momentos más esperados por vosotros estudiantes. ¿Y si el destino asignado no es lo que uno espera?. He aquí un buen ejemplo de madurez, superación, adaptación y como saber gestionar tus expectativas.

Gracias Julia por compartir con todos nosotros este bonito testimonio que rebosa cariño y afecto hacia tu pueblo americano, ahora segunda familia:

“Desde los diez años, uno de mis grandes sueños era vivir en USA. Fantaseaba con un colegio enorme en un pueblo plagado de gente. Cuando finalmente decidí emprender mi experiencia, y tras una larga espera, recibí mi destino: “Mill Creek, Oklahoma”.

Me puse a indagar… se trataba de un lugar con menos de mil habitantes. En ese momento me imaginé a mi misma rodeada de cowboys y cowgirls, viviendo en lo que se asemejaría a un rancho. A decir verdad, me puse en el peor de los escenarios, pensé que el tan ambicionado año nunca seria como yo pretendía que fuera. Creí que estaría día tras día en una casa en medio del campo, la cual no me permitiría realizar nuevas actividades. Pero, aun así, me lancé a hablar con la que seria mi futura host sister, a través de redes, y poquito a poco comencé a ver mi año con otros ojos.

Me planteé “el año” como un periodo repleto de aventuras, una etapa para experimentar lo distinto, eso que nunca hubiera podido vivir en una gran ciudad como Barcelona, mi lugar de origen. Finalmente, pasados tres meses en “Mill Creek”, puedo afirmar rotundamente, que esas mil personas que solía imaginar son ahora mi segunda familia, la misma que me abrió la puerta de su hogar desde el primer instante.

Vivir en “Mill Creek” me ha permitido llevar a cabo todas esas acciones que, con la pandemia, no hubiera sido capaz de probar en ningún otro lugar, dada la mayor cantidad de población. En definitiva, es ver el lado positivo de las cosas, por ejemplo: aun que mi colegio no tenga fútbol americano, he asistido a varios partidos del pueblo de al lado y, ¡eso mismo ya ha sido toda una experiencia!. ¡Llegar nueva a un lugar con menos gente es mucho más sencillo!. Primero; todos saben de tu llegada y te esperan ansiosos, no solo tu host family, sino el pueblo entero. En mi caso, a los tres días, ya conocía a la mayor parte de gente, ya sabían de mi existencia incluso antes de yo saber de la suya, eso hizo que durante mis primeros días de colegio me sintiera de lo más acogida y arropada.

Estar en un colegio pequeño también me ha permitido ser miembro de multitud de organizaciones y equipos, participando en una infinidad de actividades como cheer, basketball, softball, student council…

Todo esto no implica que no puedas pasar algún que otro altibajo; llegar a sentirte una extraña dentro de una familia que no es la tuya, o bien pensar que, a lo mejor, hubiera estado bien vivir al lado de una gran ciudad. Pero repito, ir a un sitio más reducido, en el campo, en la américa profunda, no significa -ni por asomo- no tener una experiencia americana de lo más intensa y plena. Siempre encontrarás gente con buen corazón e ilusión, llenos de ganas de hacer de tu año, un año inolvidable y especial.”

Una embajadora cultural es eso, aquella persona capaz de adaptarse a otras formas de hacer y vivir, y a su vez, brindar a los demás con conocimiento sobre sus costumbres y tradiciones. “No son las cosas que te pasan es lo que haces con las cosas que te pasan.”

Julia Pou, una ejemplar embajadora cultural ICES.